El prícipe de la colina

El viernes decidí asistir al rodaje de lo que parece que será un gran corto: El príncipe de la colina. Y mereció la pena. En fin, que allí estaba yo, con un frío de muerte en el monte de San Cristóbal a las nueve de la mañana. Pero más que el frío, lo que me dejó helada fue ver a Alejandro.Va a segundo de la ESO, tiene síndrome de Down, y no había actuado en su vida. El jueves era la primera vez que interpretaba un papel, que leía un guión, y que tenía a veinte personas encima de él mirándolo y diciéndole lo que tenía que hacer. Sólo se me ocurre una palabra para describir lo que vi: IMPRESIONANTE. Nos dejó a todos con la boca abierta. Y aunque como es lógico pasó sus malos ratos y sus enfados, nos dio a todos los presentes un ejemplo de superación que quiero compartir. Olé, olé, y olé.




El resultado lo podrán ver el día del patrón en la Facultad de Comunicación.Yo fui claqueta por un día. Escena catorce, plano cincuenta, toma dos.



1 comentarios:

Anónimo dijo...

Y marcaste un antes y un después en el claquetismo cinematográfico. Ya.

Muy bonito ejemplo el de Alejandro.