Mi patito-llavero ha sido hoy el protagonista de la clase de Periodismo Literario. Sonó, sóno, y sonó. Yo se lo he tenido que enseñar a todo el mundo. Bueno, aunque cada vez somos menos.
En Pamplona hace frío, yo quiero ir a la pista de hielo, y también tengo muchas ganas de que llegue el fin de semana para comer comida de la abuela. Mi inspiración también está bajo cero. Cuando ocurre esto, lo mejor es no decir muchas cosas.
Me he dado cuenta de que mi pato no tiene nombre. Inadmisible. Quiero propuestas de nombres. La mejor, quizá tenga de regalo un patito como el mío.